martes, 27 de octubre de 2015

Cuando consideramos todo lo que conocemos y podemos decir sobre el mundo como basado en la experiencia personal, lo que conocemos parece perder buena parte de su valor, seguridad y solidez. Nos inclinamos entonces a decir que todo es "subjetivo" y " subjetivo" se usa de un modo despectivo, como cuando decimos que una opinión es meramente subjetiva. Ahora bien, el que este aspecto parezca atentar contra la autoridad de la experiencia y el conocimiento indica el hecho de que en este caso nuestro lenguaje nos está induciendo a establecer una analogía errónea. Esto  nos recordará el caso en que el científico vulgarizador parecía habernos mostrado que el suelo sobre el que estamos no es realmente sólido por estar compuesto de electrones.
Nos enfrentamos con una dificultad causada por nuestro modo de expresión. 
Otra dificultad muy semejante se expresa en la frase : "yo sólo puedo saber que yo tengo experiencias personales, pero no que nadie más las tenga." ¿Diremos, pues, que es una hipótesis necesaria que cualquier otra persona tenga experiencias personales? ¿Pero se trata acaso de una hipótesis? Pues ¿cómo puedo yo hacer siquiera la hipótesis si transciende toda experiencia posible? ¿cómo podría estar respaldada tal hipótesis por un significado? (¿no es como el papel moneda que está respaldado por el oro?) No sirve de nada que alguien nos diga que, aunque no sabemos si la otra persona tiene dolores, es indudable que lo creemos cuando, por ejemplo, le compadecemos. Sin duda, no le compadeceríamos si no creyésemos que tiene dolores, pero ¿es ésta una creencia filosófica, metafísica? ¿Me compadecerá más un realista que un idealista o un solipsista?

Ludwig Wittgenstein. Los cuadernos azul y marrón. Ed Tecnos. 1976. Original 1958. Páginas 79 y 80.


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